25/10/12

TEMPLO-SACERDOTES

TEMPLO-IGLESIA

   Joaquina de Vedruna, mujer que recorrió los caminos de este mundo con una carga de humanidad hecha transparencia de Dios, aún en las circunstancias más extrañas de su vida.

Santa Joaquina de Vedruna
  Nació en Barcelona el 16 de Abril de 1.783. La quinta entre ocho hermanos, compartió con ellos una educación austera; rica en aquellos valores que dan la garantía a una personalidad destacada. Desde niña amó la vida, la naturaleza, el trabajo. Observando cosas pequeñas y tratando con ellas aprendió a hablar con Dios. A los doce años pidió el ingreso en un convento de Carmelitas Descalzas. Mientras esperaba el plazo para ser admitida, obedeciendo a sus padres y creyendo cumplir la voluntad divina, casó con Teodoro de Mas, con quien convivió en perfecta sintonía de ideales. Tenía entonces 16 años. Tras un primer momento de angustia, hallo una nueva manera de entregarse a Dios viviendo con toda lealtad su condicion de esposa y llegando a ser madre de nueve hijos.
   Asumió la plena responsabilidad de su hogar cuando a los 33 años quedó viuda con escasos medios económicos y seis hijos que situar en la vida. Sus deberes familiares y la situación política de España en aquel entonces, le dieron no pocas preocupaciones y sufrimientos: la educación y colocación de sus hijos, estrecheces económicas, juicios por cuestiones de herencia, persecuciones políticas, destierro, separaciones...todo lo vivió a la luz de una experiencia divina abandonada siempre al querer del Padre. "Penas nunca faltarán, gracias a Dios", escribía, convencida hasta el extremo de que "aquel Padre de Misericordias todo lo hace bien".
   Cuando crecieron sus hijos juzgó ser el momento de entrar en el claustro, pero el encuentro providencial con el capuchino padre Esteban de Olot, orientó sus aspiraciones hacia la fundación de un instituto con fines apostólicos: educación y salud.
   El 26 de Febrero de 1.826, asociada a 9 compañeras, fundaba en Vic, en su casa del Manso Escorial, el INSTITUTO DE HERMANAS CARMELITAS DE LA CARIDAD. Las hijas de la Madre Vedruna entraron muy pronto como personal sanitario y asistencial en los hospitales y casas de caridad y fueron las primeras maestras rurales religiosas con las que contó la Iglesia española. Los pueblos de cataluña e incluso la capital, son testigos de la expansión de su obra. Este primer impulso expansivo queda frenado por la guerra.
   En julio de 1.840 la Fundadora con algunas hermanas tuvo que emprender el largo camino hacia Francia, permanece en Perpignan hasta septiembre de 1.843 en que puede cruzar la frontera española. Encontró su obra sacudida por la guerra. reorganizó el noviciado, rehizo las comunidades y alentó a cada religiosa. Cada día se le van uniendo nuevos miembros para consolidar la obra. Joaquina escribe: "Aunque ha pasado un tiempo muy malo Dios ha cuidado de nosotras como se cuida de los pájaros...Todo esto nos da a todas nueva vida y fuerzas para continuar con lo comenzado" .
   Joaquina de Vedruna asistió lúcidamente al declive de su vida. Sus dos últimos años los pasa en un sillón de ruedas, con dificultad de expresión y aparente pérdida de facultades. El 28 de agosto de 1.854 muere en Barcelona a causa de la epidemia de cólera.
   Deja el Instituto extendido por siete diócesis, con 26 establecimientos y unas 150 religiosas; un noviciado en marcha, una legislación completa con la aprobación diocesana y un espíritu bien definido.

EL SENTIDO DE SU EXISTENCIA
   Sus conocimientos y criterios nacieron al choque con la vida y en la reflexión luminosa de la oración. La realización plena y leal de la vida le fué imponiendo una ascesis a la que ella se sometió sencilla y dócilmente.
   Lo que más asombra en su trayectoria es una admirable disponibilidad para afrontar los cambios imprevistos que Dios traza en su camino: contrajo matrimonio cuando trataba de entrar en un convento; se quedó viuda en el momento que más necesitaba el apoyo de su marido; fundó un instituto dedicado al apostolado cuando tramitaba su ingreso en una clausura; se vio precisada a huir a francia mientras su presencia en el instituto parecía imprescindible, teniendo la muerte a la vista vio cambiar la estructura de la obra. Sólo una lúcida confianza en Dios puede explicar su firme seguridad. Confianza en la que ellla daba la razón: "porque Dios es buen Padre, nunca abandona, cuida de todo, todo lo hace bien...".
    Persuadida de su incapacidad y desprendida de un mundo que no podía darle hartura, eligió a Dios como bien supremo y en El puso todas las esperanzas, porque "solo el amor de Dios se encuentra siempre y lo demás todo pasa".
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ORACIÓN

Señor, tú que has hecho surgir en la Iglesia
a Santa Joaquina de Vedruna
para la educación cristiana de la juventud
y alivio de los enfermos;
haz que nosotros sepamos imitar
sus ejemplos y dediquemos nuestra vida
a servirte con amor en nuestros hermanos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

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PARROQUIA DE SANTA JOAQUINA DE VEDRUNA - CASTELLÓN
EL ARTE AL SERVICIO DE LA LITURGIA Y LA CATEQUESIS EN SANTA JOAQUINA DE VEDRUNA


Santa Joaquina de Vedruna -Castellón
   La parroquia Santa Joaquina de Vedruna de Castellón, inaugurada en el año 1967, ha enriquecido su prebisterio con una serie de pinturas sobre lienzo, obra del catedrático Alberto Guallart. Las naves del templo por su parte, están decoradas desde 1967 con uns vidrieras que además de crear un ambiente religioso y amable, ayudan a los fieles a descubrir una simbología referente a la Sagrada Eucaristía, el año litúrgico y a los misterios de la fe, que celebra la comunidad cristiana parroquial.

LAS VIDRIERAS
   Las vidrieras del lateral derecho recuerdan la Eucaristía, evocando desde los sacrificios del Antiguo Testamento hasta las Bodas de Cana, la multiplicación de los panes o el Cenáculo.
   En el lateral izquierdo con los ventanales de mayor tamaño, se simboliza el año litúrgico a través de dos piezas verticales, complementarias en ritmos de lñineas y colores. En progresión hacia el altar se representan las principales fiestas y misterios del año litúrgico, desde el Adviento hasta Pentecostés.

LAS PINTURAS
   Los cuadros del prebisterio, además de la finalidad decorativa y de integración de la imagen de la Virgen del Carmen, que lo preside,  nos descubren las vidas de Jesús de Nazaret, de María y de Santa Joaquina de Vedruna. El conjunto, donde se entonan los colores de los lienzos con las vidrieras y los zócalos de la propia Iglesia, del prebisterio y de los bancos y confesinarios, crea un espacio idóneo al servicio de la liturgia y la catequesis.

    SANTA JOAQUINA DE VEDRUNA
   Colocados en la parte baja, narran dos momentos de la vida de la Santa: su preocupación por los enfermos y marginados y su labor de promoción de la mujer a través de la educación. Esta fué la única misión de Santa Joaquina de Vedruna y de la Congregación por ella fundada, la educación en el sentido más amplio, el cuidado de los enfermos y una acción social con atención preferente a los más desfavorecidos.


EL CICLO DE JESUS Y MARIA
   Desde la realidad de una vida terrena virtuosa, entragada y abierta a la acción de Dios, se pasa a contemplar la gloria del Cielo, a la que estamos destinados, significada por la Ascensión del Señor y la asunción de María, su madre.
   El lienzo de la derecha representa la Ascensión. Cristo, después de revelarnos en este mundo el amor misericordioso del Padre, habiendo aceptado su muerte amando y perdonando, resucitó y ascendió a los Cielos para ser glorificado por Dios. El cuerpo glorificado del Hijo de Dios asume nuestra condición humana, la dignifica y la eleva hasta hacernos semejantes a El.
   La pintura de la izquierda con la Asuncion de María a los cielos nos recuerda que la Virgen, después de una vida terrena dividida al impulso del Espíritu Santo, fué la primera en tener parte en la gloria de su Hijo resucitado. En una composición llena de dinamismo y de luz, podemos descubrir que María fué llevada al cielo como final de una obra a la que ella consistió, colaboró y entregó en plenitud.